Por: Sofía Morales – fotos: Edwin Laverde
Cuando disfrutamos de una cucharada de miel, pocas veces imaginamos el fascinante y laborioso proceso que hay detrás de cada gota. En la región Andina de Colombia, donde la apicultura florece entre paisajes montañosos flores silvestres y cultivos de café, este proceso cobra vida.
La elaboración de la miel comienza cuando las abejas obreras adultas recolectan con precisión el néctar de flores específicas, lo que permite obtener mieles monoflorales como la de acacia o eucalipto. Este néctar es almacenado en su “buche melario” y enriquecido con enzimas. Al regresar a la colmena, lo transfieren a otras abejas jóvenes, que lo transforman en una sustancia más simple y dulce mediante digestiones enzimáticas, reduciendo su humedad del 70% al 20%. Luego, lo depositan en las celdas, lo ventilan con sus alas para alcanzar la densidad ideal y, finalmente, lo sellan con cera para garantizar su conservación a largo plazo.
Gracias a esta armonía entre naturaleza y tradición, la región Andina lidera la producción nacional de miel en Colombia, representando el 49%, según el informe de la Cadena Productiva de las Abejas y la Apicultura del Ministerio de Agricultura, publicado en 2020. Este potencial ha dado paso a una forma de turismo cada vez más popular y significativa: el api turismo. En medio de paisajes montañosos y floraciones multicolores, el auge del turismo sostenible entre colmenas y miel permite a los viajeros adentrarse en el fascinante universo de las abejas. A través de visitas a colmenares, talleres interactivos y catas de miel, los visitantes no solo descubren cómo se produce este delicioso manjar, sino que también comprenden el papel vital que desempeñan las abejas en la polinización y el equilibrio de los ecosistemas. Más allá de la observación, esta experiencia permite vestirse como apicultor, acercarse a las colmenas e incluso apadrinar una de ellas, fortaleciendo la conexión entre el ser humano, la biodiversidad y el entorno.
La experiencia apícola inicia con el uso de un traje completo de protección que permite acercarse sin riesgo a las colmenas, donde se observan a las abejas recolectando polen, produciendo miel y cuidando a su reina. Se aprende sobre la estructura social de la colmena, compuesta por tres castas: la reina, que pone todos los huevos y vive hasta 5 años; el zángano, cuya única función es fecundar a la reina y muere tras hacerlo; y la obrera, que cumple múltiples tareas durante su vida, la cual varía entre 45 días y 3 meses. Solo las especies altamente sociales, como las del género Apis, forman colonias permanentes y almacenan grandes cantidades de miel y polen; en este caso Apis mellifera.
Vivir la experiencia de la miel en el Eje Cafetero no solo es un deleite para el paladar, sino también una oportunidad para descubrir la riqueza de productos derivados de la apicultura, que va mucho más allá de la miel pura; podrás aprender sobre: jabones artesanales, cremas naturales, champús, velas de cera de abeja, cervezas con miel y otros artículos innovadores que demuestran el valor agregado que esta actividad puede ofrecer. Además de conectarse con la naturaleza, entender el papel de las abejas en la agricultura y apoyar prácticas sostenibles que protegen la riqueza natural de Colombia.











